Para algunos es un lindo regalo para llevar.
Para otros una fuente de trabajo.
Pero es una forma de depredar la naturaleza de manera silenciosa y continua.
Cada año hay alrededor de 10 mil millones de visitas a las playas de todo el mundo.
Y digamos que se recoge una concha por cada 100 personas, lo cual suena a poco.
Estaríamos hablando de 10.000 toneladas de conchas que desaparecen de las playas cada año.

Es como si se llenaran hasta el tope tres piscinas olímpicas.
Parece un gesto mínimo e inocente, pero el turismo masivo en las playas puede alterar sus ecosistemas de manera irreversible.
Ese inocente y bello souvenir de verano está dejando una huella cada vez más profunda.